Puede ser que mi vida se extinga y el aliento de mi ser se
funda con la atmósfera; quizá no fui cambio ni transformación, quizá no haya
aportado ningún logro al mundo, ni mi pensamiento haya tenido eco, pero estoy
seguro que viví cuanto pude, que busqué ser coherente en un mundo gobernado por
la mentira y que cuanto dije e hice - que no lesionó a otros -, es válido como
pretexto para sentirme hoy liberado.
Soy insignificancia y olvido, como palabra escrita en la
arena: mis sueños mueren conmigo, pero mi memoria se conserva en el corazón de
quienes me aman.
Si nada de lo que hice tuvo sentido, la muerte resignifica
mi historia.
Si parto, en realidad es porque ha terminado mi camino, no
hay nada más allá cuando lo que se espera ya se ha dado en el itinerario de los
deseos cumplidos.
Siempre faltará algo, siempre estará incompleto el relato,
¿qué cambia si hoy y no mañana?
Y así me declaro “palabra pronunciada” (quizá un pobre corolario).
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