viernes, 24 de septiembre de 2010

La muerte del otro

No es claro aún para mí, que la muerte del "otro" pueda ser motivo de celebración, ni siquiera cuando se le considera como enemigo. Si bien la historia del género humano es también la historia de la lucha de poderes y de temores justificantes de la barbarie, y que dan un tinte de salvajismo al hombre y a la mujer, incluso cuando se presuma su superioridad racional frente a las demás criaturas, no es esto obstáculo para seguir creyendo que la muerte propiciada por mano "humana", carece de toda justificación natural. Nuestra esencia también implica la lucha por la supervivencia, pero no al estilo de las otras bestias, sino por cuenta de nuestra inteligencia humana, la misma que nos ha llevado a soñar con conquistar el universo, a la vez que nos mueve a creer en ensoñaciones como el amor y la esperanza.



La muerte del "otro" no puede considerarse una victoria, cuando nos tiñe las manos de sangre y nos ensucia la conciencia con las esquirlas del odio hacia ese "otro" al que gozamos con ver reducido, al que desalojamos del escenario de la vida creyéndonos jueces dignos de emitir condena y ejecutarla despiadadamente con nuestras propias manos: ¡qué soberbia tan ingenua la de nuestras absurdas convicciones".


Por mi parte, cual desquiciado en un mundo de perfectos y enceguecedores errores, seguiré creyendo en el poder de la vida que se multiplica a sí misma, aun sin el concierto de los seres humanos; la vida a la que la muerte no le asusta cuando la reconoce como hermana, pues sabe que aunque llega sin ser esperada, es siempre bienvenida; la vida que repudia el terror y no acepta las obras del mal que genera el ser humano. Seguiré enseñando que sin ser perfecto, soy fruto de un amor que sigue creciendo y transformando mi vida y que me hace amar a todos los seres, incluso a ese "otro" al que los poderosos odian y enseñan a los sencillos a odiarlo, para que los que me rodean se sientan también especiales como yo y no se rindan ante la triste angustia que crece en nuestra época.


Si de algo te sirve alguna de mis palabras, aprópiatela, compártela y hazla volver a mí, llena de nuevos sentidos.


Te envío un abrazo virtual en garantía, de aquél que te daré cuando los pueblos se reúnan para celebrar la vida y el fin de la muerte bárbara, que es también el fin del conflicto...