jueves, 13 de enero de 2011

Retazo 4

Agosto 11 de 2003.  Alguna vez pensé morir de viejo, pero qué sentido tiene morirse cuando hasta para esto ya está uno cansado, cuando la muerte misma ha quedado rezagada en el pasado, cuando muriendo se eterniza lo que siempre se había odiado...

Sin embargo, aún queda el sarcasmo: aquella ironía gastada que en los jóvenes se llama irreverencia, pero que en los viejos toma el triste gusto de humor amargo y, en el peor de los casos, sabiduría añejada en el letargo.

Retazo 3

Agosto 11 de 2003.  De mis sueños, tantos, tantos realizados y los que no lo han sido, de nuevo los he soñado, porque soñando y viviendo, viviendo y soñando se hace uno más humano...

Retazo 2

Agosto 11 de 2003.  En cuanto a las mujeres... muchas pasaron por mi vida sin haberme encontrado, a unas cuantas las retuve y ellas mismas me dejaron no porque no fuera bueno, sino por serlo hasta el descaro...

Enero 14 de 2011.  ...por fortuna en el 2004 llegó la que definitivamente lograría con amor poseerme y la que perdidamente amo.

Retazo 1

Agosto 11 de 2003.  Mi relación con Dios fue buena hasta cuando me enseñaron a hablarle por medio de fórmulas y de textos que quizá a él nunca le interesaron y que por haber sido escritos hace milenios, tienen cierto tufo de desgraciados...

Desempolvando viejos sermones: Reflexión sobre Jn 8:31-42

Reflexión realizada el miércoles 9 de abril de 2003 (5a. semana de cuaresma ciclo B)


Jn 8:31-42

Bazofia.  En esto se han convertido nuestras interpretaciones de aquellos principios otrora sacros, que al haberse introducido en nuestra predicación antes que darle fuerza la han gastado confinándola al único espacio donde -tristemente ni siquiera hoy-, goza de credibilidad: los púlpitos.

Y es que nuestro afán de apropiación de aquello que no logramos comprender y cuyo sentido teleológico está fuera de nuestra capacidad de análisis, nos ha conducido a la desvirtualización de lo que en principio era “por sí”, y “en sí” explicación y diáfano mensaje.

Cuando Jesús se dirige a los judíos que habían creído en él, no desconoce las limitaciones que en su enmarcamiento mental existen, antes bien, es capaz de discernir sobre su origen.  Sin embargo, las palabras que les dirige gozan de tal profundidad que sorprenden y desconciertan, máxime cuando él mismo es encarnación de este mensaje.

El problema reside en el cómo entender hoy la libertad propuesta por Jesús y la verdad que invita a conocer, no sólo andando en ella, sino haciéndonos ella misma, aunque esto represente contraposición al mundo y sus tendencias.  Esta verdad que nos es dada por Cristo y que es Cristo mismo puede ser vista como la expresión de la voluntad de Dios sobre la humanidad, pero ¿cómo acceder a la Voluntad Divina cuando se participa de la mendacidad de este mundo en que vivimos? ¿Qué claridad sobre la libertad habremos de tener cuando la esclavitud forma parte de nuestra manera de ser y existir?

El desencanto de la humanidad frente a las ideologías gastadas y desgastantes ha cerrado la puerta incluso al mismo discurso cristiano y no porque sea ajeno a las posibilidades humanas, sino porque la manera como ha sido presentado dista en gran medida de la sencillez que Jesús imprimía a sus palabras y el testimonio con el que garantizaba su aplicabilidad, sello de lo cual era su propia persona: “si el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres”.

Es pues el clamor emanado de la liturgia de hoy una invitación directa a escuchar las voces y susurros de la humanidad sufriente y el grito de Dios-Verdad en cada acontecimiento y a asumir como los tres jóvenes del libro de Daniel, con fidelidad su voluntad, manteniéndonos en su palabra, que es diferente a toda palabra humana, en tanto que es verdad que conduce a la libertad.

Despertemos de nuestro letargo idiotizante fruto de la concesión de nuestra conciencia a las fuerzas del mal que nos empujan a la guerra, pues no hay forma alguna de ser libres, si no es con la aceptación plena del mensaje de Cristo y la participación en su cruz y resurrección.  Si es el Hijo quien nos da la libertad, seremos realmente libres.

Nelson Fernando Celis Ángel