jueves, 17 de noviembre de 2016

RETRATO A UNA TINTA DE UN GENTIL PROFESOR

 Por: Nelson Celis

 

Amanece en el suroriente de Bogotá y el maestro de narrativas fantásticas, tras prepararse para la misión del día, bebé su café, -como en un ritual-, con lento disfrute, pero a sorbos largos, conservando en la lengua el gustillo dolceamaro, evocador de ancestrales saberes y profundos sabores.  Puesto en marcha, encuentra en el camino a uno de sus pupilos acompañado de su padre, quien sin recato le grita “corra profe, que va como tarde”: a él esto no le inquieta, antes bien, encuentra en estas palabras una motivación para elevar el rostro, henchirse de orgullo y atravesar la puerta principal del colegio, sabiendo que la suya no es una tarea sencilla, es la mediación para que se dé el poderoso encuentro, entre un universo por ser descubierto y el investigador aventurero que despierta en cada estudiante. 

 

Cada jornada una experiencia de intercambio y construcción de nuevos saberes, un enfrentarse a la realidad de niños, niñas y jóvenes ávidos de nuevos relatos, comprometidos con su historia y a veces tan golpeados por ella; sin embargo, para el maestro-artista, cada día tan diferente, cada situación vivida en el colegio, le presentan la oportunidad de reescribirse, de decantar sus conceptos, de hacerse palabra misma para ser pronunciada.  Llega la tarde, y en el regreso a casa, le acompañan la fatiga, los nuevos retos para ser reflexionados y asumidos y el sabor del café de la tarde, que invitándolo a descansar, le presagia que, con lo avanzado en la jornada, la siguiente será aún más pesada, pues cuanto más se entrega, más se compromete con las trasformaciones que obra, más se hacen necesarias su presencia y su “magia” en la nueva generación de seres íntegros que está “labrando”.  Duerme poco, pero duerme satisfecho y lleno de ganas de beber de nuevo el café de la mañana.

 

Esta escena se asemeja a tantas otras, que durante más de una década ha protagonizado, el maestro de esta historia, nuestro maestro-cuentero, maestro-cantante, maestro-actor y comediante, maestro de sueños, de prosa profunda y de versos fundantes, maestro de vida, maestro-gurú, maestro-maestro, maestro apasionado y apasionante… Maestro que compartió su proyecto de vida, su vocación, su caminar con el Colegio Integral Avancemos, donde él mismo fue estudiante, sin esperar nada más que ver crecer a sus amados discípulos.

 

En la familia Avancemos creció como ser integral y configuró sus vocaciones; allí se enamoró de la ancestral práctica de compartir saberes y se entregó en ello, especialmente en la educación que incluye, que respeta la diferencia, que acoge, que se hace transformadora y significativa para el estudiante.  Avancemos lo acompañó en su caminar académico y celebró sus logros y, ahora, cuando su horizonte se ha ampliado y su camino lo ha llevado a “compartirse” y ser maestro en otros escenarios, recordándolo, el Alma Mater le rinde homenaje por su aporte y con gratitud lo recuerda, buscando mantener su legado.

 

El Maestro de ojos brillantes, plenos siempre de emoción, de sonrisa sincera y palabras cargadas de convicción, que rechazaba el escritorio de la oficina para correr al aula a encontrarse con sus contertulios y construir entrambos sueños posibles, el profe Juan Carlos Duque Osorio, ocupa en la historia de la familia Avancemos, un lugar con tanto esfuerzo logrado, que lo consagra como patrimonio humano de nuestra amada institución: a él infinitas gracias, a él nuestro reconocimiento y nuestros mejores y sinceros deseos para su nueva ocupación.

viernes, 8 de julio de 2016

SORPRENDENTE

Me sorprende el mundo que me circunda, 
con los rostros de esperanza y sueños guardados 
que se niegan a ser sepultados 
bajo las realidades causadas por los dominadores, 
quienes sabiendo que somos del poder los legítimos acreedores, 
como pueblo nos humillan y nos pretenden hacen creer 
que nuestro destino es ser por siempre subyugados.
Me sorprende el mundo que me circunda,
pero no el grito que desde nosotros ya estalla
y al que temen los que el poder mal detentan
pues saben que con nuestra constante resistencia
muy pronto serán definitivamente derrocados:
sea pues pa' ustedes, entonces, la sorpresa.

(Nelson Fernando Celis Ángel, 2016)

miércoles, 9 de marzo de 2016

Unos chocolates

Cansado de una larga jornada y tras una hora de viaje en bus, ingresé a casa con la esperanza de poder retirarme los zapatos y reposar mi cuerpo.  Dispuesto ya al descanso recordé que debía comprar algo en el supermercado y que tal tarea no podía esperar al día siguiente.  Como de mala gana vestí la chaqueta y salí a realizar la última actividad fatigosa del día.  El supermercado se encuentra a 555 metros, es decir, que ir y volver implica recorrer una distancia de 1110 metros, con la fatiga a cuestas y una temperatura de 14°C con ligeras precipitaciones, emprendí la marcha.
Tras realizar, la compra, la cajera, familiar del propietario del negocio, me miró con una sonrisa de complicidad, me entregó la factura y sobre ella un par de chocolates.  Sentí por un momento que tal detalle dulce cambiaba por completo mi jornada y sólo entendí el porqué al volver el rostro y ver la hermosa figura de Laura, una chica de unos 16 años, hija de la cajera y estudiante de media vocacional en el colegio donde fui maestro en otro tiempo.
¡Quién imaginaría que un par de chocolates que se compran con menos de mil pesos colombianos (1/4 de dolar), podría cambiar el acumulado de toda una jornada!  ¿Los chocolates? o la sonrisa bella y la tierna mirada que me regaló Laura, combinada con el gesto amable de "endulzar" mi alma.  En fin, mi rostro cambió, y desde las 19.30 (hora aproximada en que ocurrió aquello) hasta ahora (21:25), me acompaña una sonrisa de placer, junto al sabor del chocolate derretido en mi paladar, invitándome a disfrutar un poco de la ambrosía de las pequeñas cosas con que está adornada mi vida.