Cuanto más dirijo mi mirada al nebuloso horizonte de nuestra realidad, más me acerco a la comprensión de aquello que nos agobia: vemos sombras y las confundimos con luz, sentimos la desgraciada presencia de quien nos oprime y nos sumimos en el letargo del sino que nos obliga a aceptar.
Es hora ya: ¡despertad!
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